domingo, 22 de abril de 2012

As strong as your will...


Asumo mi responsabilidad. Soy el responsable de la sed que tengo, de mis zapatos sucios, de estas preguntas hacinadas entre mis dedos, del sueño que me tumba, de la sangre que brota de esa herida, de reflejo en ese espejo roto, de las palabras cáusticas que te dije una vez y de saberme irremediable.

Últimamente he estado pensando bastante en asuntos apocalípticos. No puedo dejar de imaginar este mundo al borde del colapso y la histeria. No puedo evitar desear un mundo al borde del colapso y la histeria. Lo deseo tanto que casi lo suplico. Despertar un día y ver cómo el fuego consume todo a mí alrededor. Paso tras paso, camino por entre las cenizas de una ciudad que ha sucumbido a las flamas y los gases nocivos. El polvo ensucia mis zapatos y estoy consciente de que parte de esa suciedad solían ser cuerpos humanos. Las grietas en los muros son cada vez más grandes. En el parque en el que solían jugar niños ahora hay solo columpios vacíos y ennegrecidos que se mueven suavemente por el viento de la tarde. La humanidad es solo un recuerdo en aquella gris inmensidad de fierros torcidos y concreto desmoronado que solían conformar una ciudad. Solo un recuerdo de un pasado glorioso, solo un recuerdo de un tiempo en que simios vestidos de Armani se paseaban por rascacielos, conducían porsches y celebraban fastuosas cenas de gala para recaudar fondo para la gente pobre. Hoy solo yo camino por aquí, utilizando mi obligatoria máscara de gas para no morir por la toxicidad del aire. Veo el mundo derrumbado a mis pies, aquello que solía ser un hospital ahora es un campo de escombro y en el parque el pasto se ha secado. Cuesta respirar, pero guardo un secreto, detrás de esa asfixiante máscara, sonrío.

Asumo mi responsabilidad. Soy el responsable de mi apocalíptica fantasía, del miedo que ahora mismo tengo, de mi maldita cojera, de la cicatriz que me recuerda que siempre podría ser peor y que en cualquier momento puede serlo, del humo que disfruto expulsar, de parecer el loco que canta mientras camina por la calle, de los secretos y mentiras que me receto a diario, de saber que no soy infalible, de los anacronismos que me persiguen y acosan y de saberme irremediable.
Un día miraré atrás y sabré que no pudo haber sido de otro modo. Un día, cuando mis zapatos estén sucios de ceniza.  
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