viernes, 19 de agosto de 2011

La absoluta certeza de la AUSENCIA

Supongo que hay momentos en los que las cosas no salen como se planean. ¿Qué puede hacerse al respecto más allá de lo posible?

He tenido una especie de revelación. No sé cómo describirla y no está del todo desarrollada, no obstante, la plasmaré antes de que pierda fuerza en mi mente. Luego de ver varios videos religiosos en youtube, donde responden ataques de los trolls ateos, atacando a su vez a los “descarriados” con mensajes de esperanza y amor y tratando de dar razones a los ateistas para venerar a su Dios judeocristiano, me doy cuenta de una cosa. Eso en lo que he notado que han estado centrando sus contra-ataques.

Debo decir primero que la mayor parte de los ateos que pueblan este sitio de videos se divierten burlándose de los creyentes y atacándolos con mensajes blasfemos (no es como si no fuera divertido, de hecho lo es, y mucho, pero no siempre es inteligente). Otro porcentaje de los no religiosos exponen argumentos científicos que contradicen las enseñanzas de la biblia. Pero todo eso es inútil. Los creyentes no dejarán de ser creyentes, y de hecho algunos ateos tienen probabilidades de caer en el cristianismo (o cualquier otra religión que les funcione) más fácilmente que las probabilidades de que un cristiano se vuelva ateo (el cuál es mi caso). La razón parece estar (según he alcanzado a comprender) en la propia naturaleza humana. No. No porque el ser humano tenga en su naturaleza la necesidad de creer. No se trata de eso.

Iré por un café.

De lo que se trata es del miedo. Probablemente el miedo más primitivo que existe y del que pocos están plenamente conscientes. Un miedo que todos, todos sin excepción hemos tenido. LA FALTA DE SIGNIFICADO. A esta la llamaré simplemente la “ausencia”.

Ahora mismo estoy en el punto entre decidir ir a la cama o beber ese café y continuar mañana con estas ideas. Creo que dormiré, me hace falta y mis pensamientos estarán más lúcidos por la mañana luego de un baño y una taza de café.

Ya es el día siguiente, me he bañado y tengo una taza de café justo a mi lado. Negro y sin azúcar, como me gusta. Así que continuemos con esto.

Esta ausencia es lo que todos rehuimos de forma generalmente inconsciente. Incluso muchos ateos descubren de pronto que su vida no tiene sentido, y esto los abruma, sobre todo en momentos de desesperación (económica, sentimental, social, o de cualquier otro tipo) y es entonces cuando son presas fáciles de cualquier cosa que les ofrezca un poco de significado —y la religión, en cualquiera de sus denominaciones, está a la orden del día—. Es así que también resulta relativamente común ver testimonios de “ex-ateos” en youtube.

Antes de continuar, voy a explicar algo importante. Haré una afirmación que a muchos desagradará en primera instancia: La ausencia es un hecho, es real, y por más que se le debata, no puede hacerse nada al respecto. A la mayor parte de las personas les incomodará de pronto esta idea. Les sentará como un balde de agua fría y les seguirá picando como diminuta espina de cacto bajo la uña. Es normal. Pero lo cierto es que es real. No hay significados mayores para el universo. No hay un plan superior. No existen razones ocultas para lo malo o lo bueno que te pasa. Dios no existe. No eres especial. Ni creación divina. Solo eres un animal. Uno que para bien o para mal ha evolucionado a partir de ancestros primates. Que ha desarrollado este enorme órgano que lo dotó de inteligencia y una superior consciencia a la que ha tenido cualquier otra especie conocida hasta ahora. Una capacidad mental tan grande que no solo le permitió controlar el fuego y construir la rueda, sino también le dio un don. El don principal que trae con sigo la inteligencia: la curiosidad, la capacidad extraordinaria de hacer preguntas. Y se hizo muchas preguntas. Y la mayor de ellas:

¿Qué soy, por qué estoy aquí?

Esta pregunta ha tenido muchísimas respuestas a lo largo de los milenios. El hombre ha intentado responderse de muchas y muy diversas formas. Pero he notado algo que al principio me sorprendió y luego me pareció natural. Todas sus respuestas arcaicas han tenido que ver con el hombre en sí. Es decir. Todas las religiones ven a la humanidad como una emanación divina, como creación de los diversos dioses que han sido adorados a lo largo de la historia y la prehistoria. Hay una tendencia marcadamente antropocentrista en las diversas cosmogonías religiosas. No es de sorprender, cuando uno se pone a pensar en ello, digo, la historia, al fin y al cabo es la contada por los hombres. Quizá en la religión de las cucarachas (suponiendo que llegaran a desarrollar consciencia) el gran Dios cucaracha las creó a su imagen y semejanza y les dio el mundo para que gobernaran sobre él.

Así pues, las religiones nacieron, no por la necesidad del homo-sapiens de creer en algo, sino por la necesidad más primitiva del homo-sapiens de poseer significado. Aún cuando el significado sea destructivo, o doloroso, es un significado y siempre es mejor que la ausencia. Siempre es mejor que saberse venido de la naturaleza caótica del universo. El caos tiende al orden, pero el orden siempre estará determinado por el caos. Como alguna vez me parece que dijo Stiphen Hawkins: “no digo que Dios no exista, solo que no es necesario”. En otras palabras, el universo y todos sus fenómenos, grandes y pequeños, desde el movimiento de las estrellas hasta la transmisión de información en las neuronas; desde el electromagnetismo en partículas subatómicas hasta las grandes migraciones de animales, todo ello puede ser explicado por las leyes naturales. Las matemáticas, la física, la química, la biología…

Dios no es más que un intruso en este campo.

Y a menudo escucharé diversos testimonios. Personas que han sido tocadas por sus divinidades. Gente que dice haber tenido experiencias religiosas muy poderosas. Hombres y mujeres que dirán que han presenciado en carne propia el poder de Dios y sus designios vueltos realidad. Testigos de milagros innegables. Profecías que se cumplen. Estatuas que lloran sangre. Santos vivientes que levitan ante los ojos atónitos de los anonadados espectadores.

Con respecto a eso tengo un par de cosas que decir: Primera. Tengo la sospecha no confirmada pero sí muy probable de que la mente humana es demasiado poderosa. Nos hace ver, oír y hacer cosas que parecerían imposibles para las leyes naturales. Además, de que la ciencia actual posee fascinantes implicaciones en las que las excepciones se pueden presentar. Como la posibilidad de dimensiones paralelas infinitas. ¿Quién podría decir que no se trata de eventos interdimensionales variados?

Segunda. Las ciencias formales aún no han tomado enserio esta clase de fenómenos extraños y se centran en otras áreas más prometedoras. Yo creo que se trata simplemente de cosas que, aunque tienen explicación científica, ésta todavía no es encontrada. Se trata solo de áreas aún no exploradas por las ciencias formales. Pero probablemente en algún momento del futuro, lo hoy llamado sobrenatural se volverá natural cuando se estudie sobre ello.

Tercera. En todas las religiones del mundo han existido y seguirán existiendo los “milagros” y demás eventos sobrenaturales, y todas las religiones también los ofrecen como prueba de la veracidad de sus creencias. Pero, si en todas ha habido milagros y manifestaciones del poder de su Dios o Dioses, entonces surge la duda ¿Cuál de ellas tiene razón? Todas tienen cosas buenas, es innegable, aunque todas tienen la desventaja de no ser más que intentos de combatir la ausencia. Así, atribuirle estos milagros y fenómenos aparentemente inexplicables a sus divinidades no es más que otro intento por enfrentarse contra la ausencia. Otra forma de tratar de darle significado a lo que sucede. Porque el significado nos da propósito, paz mental y seguridad.

Ahora explicaré algo importante. Algo con lo que me he topado de pronto. Me di cuenta de que buscar significados superiores en lo que nos ocurre no es más que un autoengaño. Yo no quiero mentirme (aunque lo hago demasiado, todos lo hacemos, pero entre menos me mienta, mejor). En cierto momento, al darme cuenta de esto. Es decir, al tomar consciencia de la ausencia y devanar ideas largamente sobre ello (de lo cual el producto es todo lo anteriormente escrito) me di cuenta. La consciencia y aceptación de la ausencia me da paz. La seguridad de carecer de significado me ha provocado una sensación de alivio. Lo que a muchos en el mundo ha atemorizado y producido complejos sistemas de creencias, a mí me ha producido paz y calma espiritual (por así decirlo).

Ahora me doy cuenta de que lo que motiva a los creyentes en seguir con sus creencias y en la necesidad de más o menos cumplir las normas de la iglesia no es el miedo al infierno, el cual sí que llega a calar a muchos. No, la verdadera motivación se encuentra en el miedo a la ausencia. La carencia de significado es verdaderamente incómoda, aún cuando pocos estén conscientes de este miedo. Así que la motivación de su moral se encuentra, pues, en los designios eclesiales. Es por ello que tratan a toda costa de cumplir sus mandatos. Aunque ello me pone a pensar. Cómo puede alguien llegar a creer en un Dios de infinita sabiduría que creó el universo con todas esas grandes leyes físicas y biológicas y que le dé importancia a asuntos totalmente triviales como prohibir la homosexualidad. Eso es muy extraño. “Y Dios dijo: E=mc2 , y luego agregó: por cierto, la sodomía está prohibida”. Una sensación de WTF llega a mi mente.

La moral religiosa proviene entonces de una serie de amenazas de origen divino para que te portes bien y si lo haces está la promesa de eterna felicidad en la otra vida. Pero si esa es la motivación de la moral religiosa, dónde se encuentra la motivación de la moral para alguien que se encuentra de este lado, es decir, del lado de quienes están conscientes de la ausencia (o como sea que la llamen otros autores, que no cabe duda de que deben ser muchos otros los que han tenido esta rara revelación). Aparentemente, nada me impediría tomar un arma y disparar a cuanta persona, hombres, ancianos, mujeres y niños, que se me cruce en el camino y después suicidarme. Después de todo, no hay infierno al cual ir luego.

En mi opinión, uno no debería ser bueno con los demás y hacer caridad por el miedo al infierno sino por el genuino deseo de ayudar. Este deseo de ayudar, resulta que en realidad es muy humano. No quisiera atacar, además, a la moral religiosa diciendo que la historia está plagada de torturas, esclavitud, sufrimiento y muerte infligidos en nombre de Dios, pero, es verdad.

En todo caso, la moral por la que apuesto es la propuesta por el humanismo secular. No voy a explicar aquí a qué se refiere esta, en todo caso, el lector tendrá que investigar sobre esta.

La ausencia es un vacío que existe para ser llenado, no por significados religiosos, sino por nosotros mismos. Nosotros somos, finalmente, los responsables de nuestro propio destino. Debemos crear nuestros propios cánones de belleza y sentido. Somos perfectamente capaces de dar propósito a nuestras vidas sin intervención de religión alguna. Yo proclamo la libertad-responsable y la tolerancia, como valores máximos.

Por ahora es hasta donde han llegado mis ideas. La consciencia de la ausencia es nuestra aliada, no la enemiga.

Amén.




6 comentarios:

Chatnoir dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Chatnoir dijo...

Extrañaba leer tus entradas, siempre logras hacer que me quede pensando y al mismo tiempo siempre estoy de acuerdo con tu punto de vista y en particular con este tema acabas de explicar mejor que yo misma mi percepción de la religión y su significado, yo no soy creyente y la verdad en mi mas temprana infancia supe que yo no creía en Dios, pese a esto y según lo que he visto soy mas feliz y tengo mas paz que las personas que me dicen que creen firmemente en Dios y que El les da motivación y felicidad, aunque por cierto respeto profundamente las creencias ajenas porque soy cociente de que no soy quien para criticar de ninguna manera o mucho menos para imponer mi punto de vista, sin embargo si tengo la certeza de que en estos tiempos en los que vivimos hoy, todo seria mucho mas pacifico y la gente seria mas feliz y los problemas sociales y políticos serian bastante mas solucionables si ya no existieran las religiones..o si al menos dejaran de entrometerse en estos asuntos...

Salazar Craft dijo...

Muchas gracias, por pasarte por aquí y tus comentarios...
no pasan desapercibidos...

Ada Medina. dijo...

"Asi como la muerte la soledad es solo el principio de la vida!

Hades.

A. dijo...

Hey Micke, te has metido en mi epifanía con esto también eh? también me recuerdas a mi, trillada la frase es, pero verdadero sentido en mi tiene.

Unknown dijo...

Muy buena aportación colega, tiras muchos argumentos de los creyentes. Pero tienes un error en cuestión de hablar de leyes Naturales. Las leyes Naturales son echas por el hombre, todas estas leyes científicas son creadas con la finalidad de entender el comportamiento del universo y de sus fenómenos. Nosotros hemos echo que los fenómenos naturales escogen en las leyes científicas para así poder predecir los resultados. Saludos.

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