domingo, 25 de agosto de 2013

Gris

Quise ser blanco, brillante, que mi luz iluminara el camino de los perdidos, cual faro en la bruma, como estrella en altamar. Quise despedir fulgurantes destellos. Nieve de Enero. Amanecer en la Antártida. Seda nívea. Papel vacío. Polar blancura. Color de hueso. Quise ser blanco. Pero fracasé, solo supe ser gris.
Así que quise ser negro, oscuro, sombra que enceguece al caminante, abismo en el que se pierde el galeón, como noche sin luna. Quise renegrear mí alrededor. Carbón apagado. Caverna kilométrica. Brea goteante. Vidriosa obsidiana. Cósmica oscuridad. Color de cuervo. Quise ser negro. Pero no lo conseguí, solo supe ser gris.
Intenté pintarme de muchos colores entonces. Intenté ser un arco iris magnífico. Que el rojo, el púrpura, el azul, el verde, recorrieran mi ser. Magenta en las venas. Escarlata en la piel. Cerúleos colores reflejados en los ojos. Dedos dorados. Purpúreos los oídos. Verdosa la cabellera. Quise tener tantos colores en mí. Quise reflejar tantas tonalidades.

Pero lo cierto es que solo supe ser gris. Gris ceniza. Gris humo. Gris roca de río. Gris de metal. Gris de día nublado. Gris como yo.


viernes, 16 de agosto de 2013

El sueño de esta noche

Esta vez es corto porque es poco lo que recuerdo, y es más ya casi no recuerdo mucho de lo que sucedió. Estoy en una habitación oscura. Es de noche pero no identifico muy bien la hora exacta. No estoy solo, hay alguien conmigo. Es una presencia inquietante. Lleva un traje color negro muy bien planchado. Es extremadamente delgado, pero no es muy alto, deberá medir menos de 1.70. Lo realmente perturbador es su cabeza. Esta es redonda y grande, como un balón de basketball (quizá un poco más grande que este). Su piel es clara y amarillenta como la de un taiwanés. Su rostro es realmente desagradable. Los ojos son tan redondos como su cabeza y están como hundidos en las cavidades de su deforme cráneo. No encuentro características destacables en su nariz, pero su boca es enorme, tiene una inquietante sonrisa en la que muestra sus enormes dientes amarillentos.
Si conversamos antes de otros temas no lo recuerdo. Solo llega a mi memoria el momento en el que a mi pregunta de “¿quién eres?” Él responde sin dejar de sonreír: “soy un sueño”.
—Pero no te ves bien— le digo yo.
—Soy un mal sueño— agregó con aire macabro.
Entonces desperté.
La habitación sigue oscura y sigue siendo de noche. Y sigue habiendo algo aquí. O más bien alguien. Giro la mirada y lo veo ahí sentado. Es ese mismo sujeto mirándome con sus redondos ojos que parecen no tener párpados y dedicándome esa terrible sonrisa suya.
—Te he dicho que soy un mal sueño.

Y despierto de nuevo. Esta vez de verdad. Aunque la habitación continúa oscura. 











(De mi colección de sueños escritos desde el 2009)
Powered By Blogger