sábado, 29 de marzo de 2008

Dilemas del alter-ego


“Si yo fuera mujer” escuché una vez a un amigo, “sería taciturna, vestiría faldas muy largas, huiría de los hombres y de las miradas en general, colocaría mis largos cabellos frente a mi rostro, pero de noche sacaría un cuchillo y saldría a la calle a seducir cabrones para luego rajarlos” su extraña serie de suposiciones sobre lo que pasaría si él fuera una mujer me pareció en primera instancia algo muy interesante, un personaje atrayente se había creado a partir de esta suposición.
Y me sentí tentado a colaborar con mi propio alter-ego femenino al cual describí en primera instancia como una mujer de aspecto insalubre, pero atractivo, cadenas, piercings, tal vez un tatuaje de libélula en el vientre, justo debajo del ombligo. Con un comportamiento rebelde, despreocupado, impulsivo y, sobre todo, lascivo. Sería una filósofa ramera o algo por el estilo que parafraseara a Nietzsche, Sartré, Camus, Tomás de Aquino y algún otro filosofo, pensador o simplemente escritor mientras gritaba y gemía durante los sucesivos coitos que inundarían sus noches y madrugadas.
Alguien más entró a la conversación exponiendo su propia figura femenina. Esta sería una especie de bohemia que andaría de bar en bar, de carretera en carretera y solo cargaría consigo (además de algunos tiliches) su adorada guitarra, y sería lesbiana. Entró en este punto una controversia poco común y que, a pesar de no llevar a ningún lado, seguiría continuamente. Se le cuestionó a este último el porqué de haber elegido a una lesbiana, y el respondió que aún siendo mujer le gustarían las mujeres tanto como ahora.
Pero saltó a mi la duda, “¿no significaría lo contrario? ¿Si eliges ser lesbiana es por que siendo hombre eres homosexual? Puesto que si eres hetero aquí en tu alter-ego femenino tienes que ser hétero, ¿Qué no?” y él con un gesto algo airado, aunque más bien confundido y pensativo respondió: “no, lo que yo creo es que si te gustan las mujeres como hombre, como mujer debe ser también así, y si eres hombre y te gustan los hombres, quieres ser mujer para tener a todos los hombres que puedas, es más creíble así, ¿No?”.
¿Cómo combatir ese argumento? Si repetía el mismo de antes él simplemente repetiría lo mismo. Y el dilema simplemente quedó sin resolverse. Ninguno de los dos nos arrepentimos de lo que habíamos elegido como alter-ego femenino, cada uno se aferro a su opinión, además eran buenos personajes.
Aquí hay otro punto que mostrar. ¿Es siendo del sexo opuesto como liberaríamos todas nuestros deseos escondidos? ¿Por qué no hacerlo aquí y ahora? La realidad es más difícil. Aún siendo del mismo sexo en la otra realidad nos pondríamos como seres muy superiores a lo que realmente somos. Y no nos quedarían sueños que cumplir en el ilusorio mundo de la fantasía. Pero el mundo se vive aquí y ahora. En la imaginación creamos nuestras metas, en la realidad nos limitamos a cumplirlas o hacer lo posible por hacerlas.
Si me enfrasco ahora en un sermón sobre realidad e imaginación no terminaré, así que me detendré ahora. Una copa de vino y ya…

domingo, 23 de marzo de 2008

Some hours later


¿Que tan certero es lo certero cuando no deseas que lo sea? La noche anterior tuve que fumar en medio de una oscuridad poco discreta. Regresé salpicado de ese polvo plateado que la luna derrama sobre la tierra cuando su caprichosa atmósfera lo permite, ¡y valla que lo permitió!
No puedo creer, no quiero creer en las enfermedades de los desconocidos. ¿Es el sexo una enfermedad realmente o solo una invención como el Coco, Santa Claus, Dios y mi reflejo? Tal vez nunca lo sepa, pero no quiero saberlo. “Tengo frío” dijo ella y yo imaginaba su carne helada debajo de esa piel morenita. Pero seguramente la fiebre de otro cuerpo esté dispuesta a calentarla. Mientras yo juego con luces nocturnas y aspiro algo de tabaco encendido. Preferí imaginar y recordar, unas manos embadurnadas de una espesa pintura amarilla, tal vez un cadáver oculto bajo las raíces de un tronco vetusto (resultó ser una camisa muy vieja), algunas enrojecidas palabras y finalmente… nada. Me dejé envolver por el aroma de esos jazmines nocturnos. Y luego de unas horas el asalto final de Morfeo.
¿Qué tan certero es lo certero cuando no deseas que lo sea?
¿Qué resulta más peligroso: no saber que decir o no saber que pensar?
¿Qué es preferible: que sea peligroso o aburrido?
¿Cómo se llama eso que hace que me sienta como un pájaro enjaulado con dos cabezas? Inmadurez, miedo, sabiduría, prudencia, cobardía, todas las anteriores…
Dar respuestas resulta cada vez más agobiante.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Christina Rosenvinge - Liar To Love

La locura hecha mujer.

Misantropía sistemática y asistémica


Los odio a todos. Cada vez más. Mas los odio, no por rencor o por maldad, sino por que todos se parecen tanto a mi. Me odio tanto, tanto, maldita sea, ¡tanto! Ahora que lo pienso. No es un odio real el que siento por el mundo, es solo un odio imaginario, algo que se ha quedado arraigado en mi inconciente, como garrapato chupa-amor. Si te apareces frente a mi te odio. Si me cubres los ojos desde la espalda para darme una sorpresa te odio, si me veo al espejo, también me odio. ¿Qué quieres de mi? No puedo darte cariño, solo fingirlo, y mira que lo hago bien. No se si es mi culpa, solo se que de repente odio a cada persona que se me aparezca en frente sin ningún motivo y a todos por igual, cada uno tiene su propia ración de odio, no se peleen, hay suficiente desprecio para todos. Hay algo que odio mas que a una persona y eso es a dos, y odio más a tres gentes que a dos, y así sucesivamente, hagan cuentas, cuando salgo a la calle, ¿cuantas personas caminan por las aceras desprevenidas y despreocupadas de mi tirria por ellas? Si a cada persona que odiara le diera tuberculosis, ya todos habrían muerto, incluyéndome. Pero ahora he dicho todo esto, simplemente odio, pero por qué. Es verdad. Cada persona es un pecador en potencia, pero el significado de pecado me tiene completamente despreocupado así como sus fantasiosas consecuencias ultraterrenas. Cada hombre es capaz de causar su propio porcentaje de daño, pero es igual mente capaz de producir bienes, sin embargo, el perjuicio es más fácil. Saben cuanto amor recibo todos los días, y yo como organismo fotosintético convierto esa luz en energía química, y esta en alimento para después producir como un execrable residuo el odio que emana de mí. Ódienme, por favor háganme ese favor, creo que lo necesito, y probablemente yo les pague con afecto. Pero háganlo sincera y prudentemente.
Hoy os dejo un nuevo mandamiento: odiadse los unos a los otros, como yo los he odiado a ustedes, y sobre todo, desprécienme a mi.
No conseguiré nada bueno de todas estas declaraciones, no conseguiré amor, no conseguiré admiración ni condescendencia. Pero ya no importa todo eso, ¿quien necesita reconocimiento cuando tiene un ombligo que acariciar? Ojala pudiera ser poeta. Así podría inspirar sentimientos encontrados que soy incapaz de hacer en este momento. Tal vez sea un don o una maldición.

martes, 11 de marzo de 2008

La Monja Malvada



Conozco a alguien que conoce a alguien que conoce a una monja. Una monja a la que nunca le he creído el tema de su inquebrantable vocación. Ese conocido me ha contado que esta mujer, antes de ser monja era una joven hermosa, de aspecto agradable y tratos “modositos”, pero que debajo de esa imagen que vendía al público en general, que más bien le servía de máscara, se encontraba una maestra de la manipulación, un ser controlador de instintos de dominación, una mentirosa profesional, un ser detestable con sentimientos negros y un egoísmo altamente evolucionado, todo esto a la par de un sentido religioso que rayaba en el fanatismo. Y entonces esta mujer se abre un hueco en el libro de los-sucesos-que-nunca-esperamos-que-pasaran, y se adhiere a la orden de las hermanas de la caridad, sí, esa orden que fundara la venerada Madre Teresa de Calcuta. No soy religioso, pero esta mujer es un personaje digno de admiración. En fin. Ahora esta mujer, esta monja fanática, manipuladora, egocentrista y maestra en el arte de la mentira se las hace de mujer santa ayudando a cuanto desamparado le pongan en frente. Yo nunca le he creído su vocación, tal vez llegó demasiado lejos solo para cumplir una mentira que le echó a alguien alguna vez, tal vez es un acto de rebeldía ante la sociedad que le imponían, o tal vez la manipulación materna influyó (de tal palo…). pero entonces tuve una de esas malsanas epifanías estúpidas que me acosan de vez en diario y que siempre intento ignorar. Cuando aún no era una monja, esta mujer hablaba siempre de que en el cielo todo es gozo, que no hay sufrimiento, y que todo es una absoluta paz y felicidad. Y yo le pregunté en una ocasión: ¿pero si llegas al cielo no estarías preocupada por aquellos seres queridos que fueron a parar al infierno? Su contestación, lanzada seca y fríamente con un dejo de regaño y maldad bajo su mirada, fue esta: ¡No! En el cielo todo es gozo, eres tan feliz que ya no tienes tiempo de preocuparte por tus seres queridos. Eso a mi parecer es un claro ejemplo de interpretación egoísta de la fe, ese tipo de interpretación que alguna vez dio origen a la inquisición, a la quema de brujas y a las cruzadas, así como a la supuesta guerra santa del Islam y al holocausto nazi. Esa interpretación que da la monja sobre la salvación es algo profundamente egoísta, algo que no debe ser en lo absoluto parte del ideal cristiano. Esta mujer tiene una religión muy diferente a la que dice profesar y no se da cuenta. Y entonces me di cuenta. Ella, al unirse a esa orden de monjas está comprando un pase directo al cielo, está comprando su salvación, y espera que del otro lado Dios la recompense por su labor humanitaria. Pero no se da cuenta de algo muy curioso. La intención cuenta, seguro Dios no es tonto y sabrá distinguir entre las buenas acciones y la compra-venta de parcelas en la gloria.
Esto es un exhorto a Dios, si es que existe tal personaje, esa monja no se merece la gloria, la quiero acá abajo, con migo, en el infierno, sufriendo y disfrutando de los placeres de la perdición. Acá seguro encontrará desamparados que una devota Hermana de la Caridad estaría feliz de ayudar a saciar su hambre de senos y su sed de cunnilingus. Seguro aquí será más feliz, junto a esos seres queridos que quería olvidar y de los que ya no se separará.
Que seas feliz aquí maldita mujer.

lunes, 10 de marzo de 2008

Con ideas Mudas


Tomo a sorbos pequeños el vino en una copa para cócteles (no tengo una para vino). De fondo musical tengo house of the rising sun, en la voz desfachatada de Bob Dylan. No se cuanto tiempo pueda durar. Hoy las horas están siendo contadas minuto a minuto por mi, puesto que la espera se hace cada vez más desesperante. Una continuación de sonidos como golpeteos plásticos perturban el ambiente, mi ambiente, ese que hago mío todas las mañanas en las que las palabras me rebasan. Aún tengo dificultades con ellas, aún me peleo con las palabras, son incómodas, son simples, son, sobre todo, finitas. No pueden expresar todo lo que en algún momento se me antoje decir o callar. Los silencios son insonoros y al no producir sonido alguno no pueden traducirse en símbolos como las demás acciones, solo se les nombra como parte de un todo silencioso, pero el silencio no es una cosa, sino muchas con un mismo nombre. Si callo las palabras lo hacen también, por eso estoy peleado con ellas, por eso las odio tanto, por que son muy poco útiles cuando no pueden expresar las ideas complejas que todo el tiempo desbordan mi cabeza. Me trabo al hablar, me callo cuando quiero expresar algo que las palabras no pueden, intento buscar en mi mente alguna combinación de ideas lo suficientemente factibles para poder expresar todo lo que en ese momento desborda mi mente. Pero entonces sucede un contrario; al quedarse calladas mis ideas en mi mente, mi boca utiliza palabras de corrido, hablo de incoherencias, hablo con ellas, hago uso de frases sin sentido que, increíblemente son captadas perfectamente por quien en ese momento sea mi interlocutor. Sin ideas en mi cabeza mi boca se mueve sola, haya palabras fácilmente y sin problemas, pero al pensar lo que tengo que decir, las ideas rebasan a las palabras y me quedo sumido en un mutismo que intenta expresar a gritos silenciosos todo lo que hay en mi cabeza, pero los demás solo ven a un hombre callado con la mirada perdida.
Mi copa se ha acabado, Bob Dylan ha terminado su canción hace un buen rato y lo ha reemplazado el grupo Opeth con el tema In my time of need. Las horas siguen pasando lentamente, esperando a que sean las dos PM. Hay una promesa que si debo cumplir, una promesa que no debe caer en esa caja de zapatos en la que acostumbro guardar todas las demás promesas viejas que no cumplí. Tomaré un café en el zócalo esperando que mis palabras tomen un buen rumbo, y que mis ideas las acompañen…
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