lunes, 16 de junio de 2008

El circulo vicioso de la sorpresa


Y justo cuando creíste que todo había sido hecho y dicho, que ya nada podía ofrecer, te sorprende con otra tontería, te aterroriza con un nuevo susto, o te hace suspirar nuevamente con poesía jamás antes escuchada, te muestra territorios completamente nuevos y te cuenta historias que nunca se te hubieran ocurrido posibles. Las posibilidades se vuelven infinitas de nuevo, nuevas sonrisas, nuevos miedos, nuevas alegrías, y nuevas decepciones.
Cada palabra de su boca se materializa tal como ha sido descrita. Soldados alados en reinos arborícolas, pesadillas cabalgando en nubes de tormenta, miel escurriendo de la herida de un misterioso ser marino, luces que caminan entre los árboles, como farolas fantasmales. Pero ¿y si todo no fuera mas que un nuevo sueño del que nos parece imposible despertar? ¿Y que si la realidad al abrir los párpados nos parece insípida, anémica y todo aquí o allá no es más que la manifestación de nuestros infiernos inconcientes? No se los demás, pero mi infierno me gusta y no quiero despertar otra vez. O nunca más.
Y justo cuando creíste que nada nuevo podía pasar, nuevamente caen del cielo las estrellas que nunca deseaste pero no te arrepientes de haber recibido. Tardarás en adaptarte, en descubrir la monotonía en la sorpresa, y cuando lo hagas, saldrás corriendo de nuevo para buscar un nuevo límite, hasta convertirlo en normalidad y así sucesivamente, hasta desaparecer.

Estos son los círculos. Esto es magia prohibida. Esto es la esencia del fantasma.

jueves, 12 de junio de 2008

¿Qué es lo último que espero ver hoy?

Un payaso con una pata de palo dirigiendo el tránsito.
El desayuno del presidente municipal en mi plato.
Una mujer con traje de Chanel pidiendo limosna.
Una mancha de café en un libro con la forma de una pintura de Dalí (El gran Masturbador).
Las calles solitarias de gente y transitadas por millones de caracoles apresurados en una sola dirección (lo más apresurado que puedan ir los caracoles).
El vestido favorito de mi madre flotando por el malecón.
Una taza de té verde en una ferretería.
Mimos discutiendo sobre la trascendencia de los decretos constitucionales y las repercusiones de las acciones políticas en la economía latinoamericana (en lenguaje de mimo por su puesto).
Una palabra inteligente en un programa de espectáculos.
Un ave de oro en una jaula de plata comiendo semillas de bronce.
A un gato humilde.
Una sonrisa de mariposa.
El color de un “te amo”.
Las lágrimas del océano distinguidas del resto de sus aguas.
A Fidel Castro ondeando una bandera de Estados Unidos, jubiloso.
Un mendigo en un BMW.
La mujer más bella del mundo.
Un nido de gárgolas.
Paris.
La coincidencia de encontrarnos en el mismo lugar a la misma hora, con las mismas palabras y distintas intenciones.
Y finalmente: La lista de lo último que espero ver hoy.

jueves, 5 de junio de 2008

En el altar de mis sacrificios (o, No recuerdo la última vez que tuve un recuerdo)


Un cigarro, al mismo tiempo que muero, el cigarro abandonado en el cenicero me acompaña en esa lenta y calcinante agonía. ¿Sabes a que sabe la muerte? No se la tuya, pero la mía sabe a ceniza, a vino, al amanecer de anteayer, al quejido del pájaro mañanero, a tu voz, a tus labios, a mi humo. Estas tienen pinta de ser mis últimas palabras y se me antojan mojadas, tal vez rotas. ¿Y que más da cuando ya no puedes con tu garganta? ¿Qué más da si hay madres solteras, niños en las calles, ancianas prostituyéndose, sacerdotes pederastas, soldados matando inocentes? La inocencia es subjetiva, la verdad lo es también y mi única verdad se ha ido junto con tus últimas palabras, junto con mi última gratitud. Verdadera como pocas cosas saben serlo.
Quería ser libre, quería moverme con mis propias alas de insecto, palpar el terreno áspero con mis propias antenas, vender mi propia alma. Ahora no queda nada mío que ofrecer a las llamas del sacrificio. Autodestrucción, hermosa autodestrucción. Antimaterialismo disléxico. Filosofía de la perversión moral. Política del genocidio justiciero. Rito de iniciación al arte de dejar de existir. Este minuto ha sido cazado y ahora su cabeza pende cual trofeo en mi pared, junto las testas de Satanás, mi musa y Dios.
Asco, y más asco, hiere mi ser. Ánima, linda palabra, trágica palabra, indigna de ser proferida por mis sucios labios, por mi pecadora garganta. Soy tu sombra, y tu luz, tu tormento y tu regocijo, tu asiento y tu estaca. Crees que ya no me verás, pero no sabes que hasta los ciegos me ven, porque para mi no hay cosa imposible, excepto tocar tu ombligo.
"¿Puedes verme?" preguntaste aquella vez, y yo te he dicho que no, mentí, mentí como suelo hacerlo siempre, he visto tu cuerpo, he visto tus pechos y tu flor desnuda, he mentido y por ello he sido maldito. Ya no mentiré, no tengo lengua, ya no te veré más, ya no tengo ojos, nunca volveré a escuchar tu voz, mis tímpanos han sido extirpados, junto a mi alma, he pecado al pronunciar esta palabra, esa falsa negación, pero ya no tengo otra prenda que ofrecer, ¿quieres mi conciencia, que tal mi imaginación, te ofrezco mi silencio, te apetecen mis recuerdos, aún sobra algo de cinismo en mí, lo deseas? No se me ocurre nada más que darte para deshacerme de esta maldición...
No quiero deshacerme de ella, en cualquier caso.

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