Anteayer soñé que volaba, me desprendía del sueño como cosa
liviana flotando en las nítidas aguas de un estanque. Solo levantaba mis
plantas y mi cuerpo suspendido se movía como si nadara en un invisible líquido
que me contenía, y que respondía a cada uno de mis movimientos. Extendía los
brazos hacia adelante y los llevaba en un rápido movimiento hacia mi espalda y
me impulsaba vertiginoso hacia el frente. Nadé por los aires durante todo el
camino a casa. Me extasiaba la sensación de ingravidez, aunque no se sentía,
definitivamente, como en el espacio, pues aún había abajo y arriba, y el arriba
me atemorizaba demasiado. Lo veía tan profundo y ominoso. Una inmensa boca
dispuesta a tragarme, tan descomunal que no alcanzaban a verse sus dientes. Por
eso procuraba no elevarme demasiado y volar siempre a ras de suelo, sin voltear
hacia arriba. Temía ser tragado por el cielo.
1 comentario:
¿Qué significara el temerle a la plenitud del cielo? ¿Falta de fe o esperanza, tal vez? ¿O simple capricho?
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