viernes, 31 de octubre de 2008

Doctorado Honoris Causa - El Hobby de los vivos


Es verdad, no soy un profesional en nada, ni siquiera en sentir, ni siquiera en vivir, que eso lo hago solo a ratos, cual hobby, y el resto del tiempo la paso muerto y para ello no hacen falta estudios, ni licenciatura. Me causan cierta envidia aquellos vividores profesionales, que van por el mundo practicando lo aprendido en la prestigiada escuela de la vida, cobrando sus grandes honorarios de placeres miles y sobrellevando los dichosos (en cualquier sentido) gajes de este prestigiado oficio.
Pero esos bienes de erudición tuve que rechazarlos, soy proscrito hasta de mi mismo. No me pertenezco sino cuando practico el hobby de vivir, como astrónomo aficionado desde el rudimentario telescopio sobre el tejado de su casa compitiendo por descubrir un quásar contra un astrofísico de un observatorio de la NASA. Aún así, lo disfruto, esos instantes de escudriñar las constelaciones de sentimientos y galaxias de experiencias que uno puede encontrar. Sal y vive un poco, que no hay que ser terapeuta para dar buenos consejos. Conoce lo que te rodea, que no es necesario ser geógrafo para saber que hay nieve en el polo sur. Las cosas se mueven todo se mueve y cambia y nada está quieto, ni siquiera Dios, hasta las piedras se mueven, ¿por qué no lo haría él? No necesitamos de Dios para existir, él sí necesita de nosotros, si dejamos de pensar en él (o ella) desaparece. Y todo se mueve tan a prisa que es imposible seguirnos el paso, y el ser divino se desespera y se va para distraerse viendo ‘universo visión’.
Creo que tomaré un diplomado en alguna de las disciplinas de la amplia profesión de vividor; enamoramiento analítico, adicción cuántica, remembranza teórica o, si corro con suerte, administración de placeres. Debo dejar la novedad, es la cosa más vieja que hay. Cuánto recuerdo aquella frase que a un maestro de la Escuela Superior de la Vida le escuché: “antes la vida era bonita, difícil, pero bonita”. Y esto me pone a pensar que es en el pasado, allá donde apenas se comenzaba a dar nombre a todas las cosas, donde puedo encontrar el verdadero significado de tantos sinsentidos de la ultramodernidad. Se sufre la contradicción de pertenecerse solo al vivir pero en cuanto empiezas a vivir le perteneces al hado y a la casualidad.
Es mejor vivir como hobby, pues si lo practicara de manera profesional dejaría su encanto, se volvería mi rutina, mi muerte espiritual, como el tipo que amaba las matemáticas y que en cuanto hizo de ello una carrera estas se convirtieron en su rutina, su carga, su tedio.
Se corre un riesgo al vivir, al meterse en ese caudaloso río de hados y casualidades, el riesgo de ahogarse en él, y nunca es accidental.
No uses mucho una sola frase, son de tiza y se desgastan.


lunes, 20 de octubre de 2008

Octubre 19 x2 o La maldición calendarizada

Lo único peor que un Octubre 19 es otro Octubre 19. Si se piensa con cuidado, no es tan complicado padecer dos días de ansiedad incómoda que lleven el mismo nombre, sobre todo si tienes un reloj que te engaña. Se bien se que mi reloj está adelantado por solo tres minutos, yo así lo he decidido, así me imagino tener tres minutos de retraso y apresuro mis tareas, pero un día entero es más de lo que yo imaginé.
Quizá me levanté con el pié equivocado o tan solo sucedió que los astros auguraban ya mi zozobra mental. Mi cabeza amaneció con una impresión monomaniaca de terminar mis labores de encargado del negocio familiar. Pero a la hora de cumplir con ello, resultó ser muy tarde, muy temprano o muy sinvergüenza de parte de los clientes, que no se molestaron en abrir en aquella ocasión. Y me quedé con su encargo. Mi mente estaba ya abotagada por esta ocupación desde hacía tres días casi al hilo. Aquella tarde todo pareció calmarse. Pero de algún modo en mi mente había una astilla, un pensamiento poco definible que no me dejaba en paz, algo me molestaba y no sabía qué. Y pronto dejé que esa sensación de malestar me dominara. Me volví presa de mi propia molestia intangible. Decidí, así, odiar profundamente todos los Octubres 19s de aquí hasta que se me olvide que tengo algo que odiar.
Justo me acosté, ya de madrugada, con la idea de que mañana no sería más Octubre 19 y que, por ello, todo iría a mejor y me sentiría renovado. Al despertar me seguía sintiendo molesto, encabronado, vaya, con… no se con que, pero lo estaba. Y eso me produjo una terrible duda: ¿Es, acaso, que la detestable racha se extendería un día más? ¿Me sentiría así de ahora en adelante? Pero entonces la respuesta llegó a mí como una revelación, como una certeza ominosa: en el reloj de la computadora se distinguía un clarísimo Octubre 19. Esto hizo que se me helaran las venas y arterias. ¿Es que acaso estoy repitiendo un día entero? La respuesta era: no exactamente (que pobre). La razón de que mi mente siguiera perturbada es que aún era Octubre 19.
El día anterior mi reloj, se había adelantado un día, no se bien cómo. Y pasé el día creyendo que estaba viviendo una fecha que llegué a maldecir. Luego, cuando llegó la fecha real (al día siguiente) esa maldición hizo efecto y cayó sobre mis hombros, prolongando mi martirio mental. Arrancaré, entonces, de todos mis calendarios esta fecha, para así no tener que vivirla nuevamente.

Podría funcionar, quién sabe.

viernes, 17 de octubre de 2008

Epístola apocalíptica y desesperansadora

El Apocalipsis comienza, raza de simios ególatras, el Armagedón ha caído y ustedes mismos son los emisarios del final de los tiempos, de sus propios tiempos. Y es que son tan soberbios que cuentan como fin del mundo la llegada de su propia extinción, como si luego de la desaparición de la raza humana ya no existiera planeta. Pues les tengo noticias, desgraciados primates. Aún queda Tierra para rato, no así humanidad.
¿Cómo se que ha llegado el final de la raza humana? No es tan difícil darse cuenta. El principal indicador es que esta especie ha dejado de ofrecerse a si misma ideas nuevas. Se está acabando la cultura y no hay innovación en este ramo. Se acaban poco a poco las novedades y es que el ser humano ha desperdiciado sus largos años de adelanto científico en un par de siglos mal aprovechados. Y fue así que el artefacto del fin de los tiempos fue traído a la vida mucho antes, adelantando el Ragnarok.
Me refiero al arma final de las huestes ultraterrenas que buscan la destrucción de la civilización homínida: la máquina-chupa-cerebros, el televisor. Este es un arma de destrucción masiva que ya ha extendido su área de daño por prácticamente, el globo entero. Con programación deficiente y poco constructiva, la gran mayoría de las veces, que socava el intelecto hasta dejar tan idiotas a los seres humanos que es posible encontrar jovencitas con las bragas mojadas de la emoción cuando aparecen los malnacidos peleles ultra fresas que se hacen llamar RBD en sus televisores; o un conjunto de tipos llorando, derramando cerveza y gritando como idiotas frente al aparatejo mientras siguen un partido de futbol, pues les importa más el destino de su selección nacional que el de su propio culo; y es más que posible que la clase politiquera del mundo se aproveche de este jodido medio para hacerse propaganda y darse a conocer y con ellos a la falta de sentido y realidad de su mensaje, poniendo bajo sus pérfidas garras a naciones enteras con mentiras. Y las personas son tan estúpidas que se dejarían arrastrar sin condiciones.
Como dije, el mundo humano se acaba, la civilización ha llegado a su punto más alto y ya no hay más que ofrecer a la cultura, excepto sinsentidos. Las personas son más felices viendo reality shows que haciendo el amor. Prefieren beber coca cola que agua pura. Necesitan llevar ropa de tal por cual marca aunque mueran de hambre. Me río de ustedes, panda de simios, y siento pena ajena por ustedes (alguien tiene que sentir pena, después de todo). Y luego se quejan de que los hombres más ricos del mundo viven en las naciones más pobres.
Ha llegado el final de la era de los hombres y el inicio del reinado de las máquinas, y el gobernante supremo es el televisor.
(Que ironía atentar contra la tecnología por medios tecnológicos, pero esto, a fin de cuentas es un grito mudo más, como tantos otros)
Y disculpen mi pobre fe en la humanidad, pero prefiero ahorrarme las desilusiónes.

sábado, 11 de octubre de 2008

La forma más bella de no tener la razón (un deseo concedido)




Es bello saber que no tenías razón, que te equivocaste y que el mundo no gira alrededor tuyo. Cuando admites el peor error de tu vida, cuando aceptas un problema de farmacodependencia, o le escribes una carta de disculpas a aquella persona que se vio ofendida por algún mordaz comentario que lanzaras ya entrado en copas la noche anterior, es hermoso. Cuando las cosas no salen bien se vuelve todo más ameno, más llevadero, pues existe la esperanza de un futuro mejor que el de ahora mismo. Con las palabras del maestro Miguel de Unamuno “la ventaja de no ser feliz es que puede desearse la felicidad”.
El deseo, tan preciado, del momento y el lugar exactos para el beso arrebatado. La añoranza de que aquellos ojos se crucen con los tuyos por los segundos necesarios para recordarlos por el resto de tus días. El día esperado en que la lluvia borre el rímel de sus ojos y verlo resbalar por su rostro. Desear momentos mejores se vuelve en una obsesión, un modus vivendi o una oportunidad de reconocer exactamente los deseos más impensables que nadan en nuestras cabezas.
¿Y que hacemos cuando lo que pedimos se nos concede? Si deseaste tanto verla y al día siguiente la ves a ella caminando por la calle con una blusa rosada, un yogurt en la mano derecha y ese aire de despreocupación que la distingue al andar, mientras viajas en el transporte urbano ¿Qué haces? Lo necesario: aprovechar la oportunidad y te bajas de inmediato. Si te ha dejado muy lejos y ella sigue caminando, entonces corre lo más rápido que seas capaz aunque esté lloviendo y la calle esté empinada. La llamas, le gritas desde el otro lado de la carretera, es de noche así que no te preocupas por molestar a nadie. Si no te oye deberás cruzar antes de perderle el rastro. Cuidado con los coches. ¿Ella se sorprende al verte? Sorpréndela tú entonces con un beso que no la deje pronunciar palabra de asombro alguna.
Los deseos son peligrosos, pues puede ser que, de algún modo, por alguna razón, el cielo se apiade de tu miseria o se harte de tu insistencia y te conceda lo que tanto pides. Guárdate de las peticiones descabelladas, que el placer se acaba donde el arrepentimiento teje telarañas.
Es bueno tener conciencia de que siempre hay cosas nuevas.
Powered By Blogger