sábado, 11 de octubre de 2008

La forma más bella de no tener la razón (un deseo concedido)




Es bello saber que no tenías razón, que te equivocaste y que el mundo no gira alrededor tuyo. Cuando admites el peor error de tu vida, cuando aceptas un problema de farmacodependencia, o le escribes una carta de disculpas a aquella persona que se vio ofendida por algún mordaz comentario que lanzaras ya entrado en copas la noche anterior, es hermoso. Cuando las cosas no salen bien se vuelve todo más ameno, más llevadero, pues existe la esperanza de un futuro mejor que el de ahora mismo. Con las palabras del maestro Miguel de Unamuno “la ventaja de no ser feliz es que puede desearse la felicidad”.
El deseo, tan preciado, del momento y el lugar exactos para el beso arrebatado. La añoranza de que aquellos ojos se crucen con los tuyos por los segundos necesarios para recordarlos por el resto de tus días. El día esperado en que la lluvia borre el rímel de sus ojos y verlo resbalar por su rostro. Desear momentos mejores se vuelve en una obsesión, un modus vivendi o una oportunidad de reconocer exactamente los deseos más impensables que nadan en nuestras cabezas.
¿Y que hacemos cuando lo que pedimos se nos concede? Si deseaste tanto verla y al día siguiente la ves a ella caminando por la calle con una blusa rosada, un yogurt en la mano derecha y ese aire de despreocupación que la distingue al andar, mientras viajas en el transporte urbano ¿Qué haces? Lo necesario: aprovechar la oportunidad y te bajas de inmediato. Si te ha dejado muy lejos y ella sigue caminando, entonces corre lo más rápido que seas capaz aunque esté lloviendo y la calle esté empinada. La llamas, le gritas desde el otro lado de la carretera, es de noche así que no te preocupas por molestar a nadie. Si no te oye deberás cruzar antes de perderle el rastro. Cuidado con los coches. ¿Ella se sorprende al verte? Sorpréndela tú entonces con un beso que no la deje pronunciar palabra de asombro alguna.
Los deseos son peligrosos, pues puede ser que, de algún modo, por alguna razón, el cielo se apiade de tu miseria o se harte de tu insistencia y te conceda lo que tanto pides. Guárdate de las peticiones descabelladas, que el placer se acaba donde el arrepentimiento teje telarañas.
Es bueno tener conciencia de que siempre hay cosas nuevas.

1 comentario:

Ada Medina. dijo...

"LOS DESEOS,SON SOLO LUBRICACIONES DE UN PENE QUE NO QUIERE ENTRAR EN LA VAGINA ANSIADA"

Si me di a entender ¿verdad?

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