viernes, 8 de mayo de 2009

Les regalo una Parábola -primeras ideas tras despertar-

"El hombre nace libre, responsable y sin excusas" - Jean-Paul Sartré


Dos hombres, en el paroxismo de su necedad, discutían acaloradamente en un campamento, este se trataba de un campamento de soldados que marcharían a una batalla decisiva al despunte del alba.
Uno de ellos, un creyente fervoroso en la voluntad divina y los designios del altísimo, un hombre que su pueblo llamaba iluminado o santo, defendía que si se encontraban en aquel lugar era porque así estaba escrito que sucedería. Era su destino pelear en aquella batalla y era su destino ganarla. Dios así lo quiso, su hado estaba escrito. Todos los soldados de su pueblo lo defendían.
Otro de ellos era un hombre que se las daba de culto y tenía fama de ingenioso, zagas y libertino. Para él, el que estuvieran todos allí no se debía al destino ni a dios alguno, sino a las circunstancias y al poder infinito de lo único que según él gobernaba las cosas: el azar, la fortuna, lo aleatorio. Explicaba que las circunstancias se habían dado para que surgiera aquella guerra, que el azar hizo que su pueblo terminara implicado en aquel conflicto y por tanto ayudarían. Pero, a pesar ir a la batalla y pelear con todas sus fuerzas y almas, solo la fortuna y no el hado, decidirían el resultado. Todos los soldados de su pueblo lo defendían.
Al rededor de la hoguera la discusión se calentaba y no parecía tener solución. Una voz entre la multitud enardecida sugirió llamar al líder del tercer pueblo, a todos pareció una buena idea y lo mandaron traer.
Personaje callado, usaba la menor cantidad de palabras posibles. Le adjudicaban fama de sabio y asertivo que jamás daba cuenta de sus pensamientos y decisiones a nadie.
Al explicarle el dilema, callado como estaba bajó la cabeza como pidiendo disculpas por la gente que lo rodeaba y luego alzó la vista para mirar fijamente a los debatientes y habló así:
— Ya sea el destino o el azar, ya sea Dios o la suerte, no importa más lo que nos ha traído hasta aquí, lo que importa es la decisión que tomemos justo aquí y justo ahora, porque es eso, y no otras fuerzas ajenas a nosotros, lo que nos mantendrá de pié y luchando incanzables mañana.
Los soldados de todos los pueblos lo apoyaron.
Al salir el sol todos marcharon a la guerra y para aquella noche celebraron la grandiosa victoria. Era una victoria lograda por la mano de los que pelearon, tanto de los hombres que murieron como de los que yacían heridos y los que celebraban. No era una victoria consagrada a Dios sino al pueblo, no a la suerte, sino al esfuerzo, no al destino sino al coraje. Pero nadie escribió sobre ello, y nunca se registró en libro alguno y con los años esta hazaña fue olvidada.

1 comentario:

Ada Medina. dijo...

HERMOSA LEYENDA. QUE BUENO QUE NO TODOS OLVIDARON ESA FILOSOFICA PERO CRUENTA HISTORIA.
"LA GUERRA Y LA VICTORIA SOLO SON PRODUCTO DE LOS HOMBRES"

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