martes, 8 de julio de 2008

De Sueños y Venenos


Y piensas que la espada solo te ha herido a ti, pero es porque no has sentido lo cálido de mi sangre correr por mi piel.
Y sueñas con figuras fantasmales que desean tu cordura como alimento, pero no te has dado cuenta que ya han pasado sobre mi, pero usando distintas máscaras.
Y supones que tus pesadillas podrían envenenarme a mi también, pero no te has detenido a pensar que yo deseo beber de ese veneno hasta igualar su toxicidad a la que corre por tus venas.
Somos lo que somos y eso no podemos cambiarlo con palabras, ni con ausencia, ni con lamentos, porque somos víboras en un cesto del destino, porque somos escorpiones atrapados en un aro de fuego lastimándonos con nuestros propios aguijones, porque somos estrellas en proceso de convertirnos en supernova y agujero negro.
Siento que esa sombra que engendró tu alma es la misma que engendró la mía, usando valores idénticos de destino, pero con valores antagónicos de dolor.
Merezco esa roca que cargas sobre tus hombros tanto como tú mereces ese injusto cielo que me adorna la cabeza con ligero viento.
Pero cuando me acerco a ti, el éter del que mi conciencia está formada se torna sueño sólido, se vuelve tornasolado, adornado de sabores, aromas y sensaciones que nunca podría haber imaginado, siquiera que existían.
Eres la personificación de todo lo que guardé en el secreto cofre de mis deseos, tan dulce como el divino néctar, tan mítico alimento como el maná, tan suave como los pétalos de cerezo que danzan en el viento, tan venenosa como el aliento del basilisco, tan dolorosa como las cuchillas de mis propias pesadillas.
Superas la imaginación de la que soy capaz de hacer uso, por que nada puede compararse a lo que azota mi psique con dulces y dolorosas ráfagas vibrantes de piel, de miradas, que lanzan material onírico contra mi, asediando la corteza de la que está fabricada mi fortaleza de miedos.
He sido desencadenado del fondo del Estigia para volar hasta donde te encuentras esperando con una sonrisa y un pañuelo blanco, como mi muerte.
Y ahora extiendes tu mano, en ademán de esperanza, sobre mi frente necesitada de tus dedos, sobre esta alma humana y frágil, adormecida entre elixir y vapores provenientes de la neblina de tus recuerdos.
Ahora eres el infierno que tanto necesitaba mi paraíso gris e insípido, eres el canto en el sepulcral silencio, el aroma del que el agua carece, el sabor que el aire no tiene. Eres materia en el vacío.

1 comentario:

Ada Medina. dijo...

ENVENENADO. SIN DUDA.

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