lunes, 15 de junio de 2009

La marca de la Mantícora

Y vi surgir del mar una bestia con siete cabezas y dies cuernos, y sobre los cuernos diez diademas y en las diademas, nombres de blasfemia contra Dios. (Revelaciones según San Juán; 13; 1)



¿Qué tengo que hacer para que me escuchen? Haré volar un edificio si es necesario, haré estallar una guardería, o un asilo de ancianos. Hundiré barcos con turistas europeos y veré flotar en medio del Atlántico las sombrillitas que se ponen en las bebidas tropicales. Estoy cansado del susurro, estoy harto del silencio, de la monotonía asesina, de mirar la misma piel en el espejo.
Un día emergerá del vasto océano la bestia que traerá el Caos… y ese día seré yo quien la monte y la guíe a las ciudades, seremos imparables, seremos la vida y la muerte, el juez y el verdugo, la destrucción. Y el hombre probará el amargo sabor de la verdad, experimentará en su propia carne la agonía, la sociedad colapsará y el simio salvaje emergerá de entre los smokings y las corbatas. Sobrevivir, matar por comida, por agua, por sexo, por placer, será tan solo el pan de cada día. Se sudará sangre y lloverán flamas incandescentes de los negros cielos.
¿Qué es el infierno? Una consecuencia. ¿Qué es el paraíso? Un pasado olvidado. ¿Qué son los pecados? El lenguaje de las civilizaciones.
Y ya adentrados en toda la rabia de la que el mundo podía ser víctima, solo nos ha quedado caminar entre aquellas aglomeraciones de montículos de fierro y concreto que llamábamos ciudades. A través de las máscaras de gas se verán solo las huellas de antiguas esperanzas perdidas bajo los cráteres de bombas. Habrá (por que seguramente así será) una muñeca rota entre el herrumbroso suelo, un trozo de manta viejo y roto con ojos de botón y sonrisa bordada, que nos recordará lo que perdimos, y nos sentiremos tan ajenos, tan extraviados, tan asqueados.
El fuego habrá de consumir la mayor parte del mundo civilizado y en los extensos desiertos de óxido ferroso radiactivo solo se moverán destartalados vehículos robóticos. Estos recogerán datos de aquella época primigenia en que se levantaron los primeros aguijones. Las ciudades poco a poco se inundaron de desesperación, el veneno se esparció rápidamente. Y la bestia mostraba su terrible y punzante dentadura en una terrible y grotesca mueca, como sonriendo ominosamente.
Aquella edad habría sido marcada por los aguijones, por los que, como yo, ya no soportaron que el mundo funcionara tan estoico y caduco, por los que perdieron la esperanza en la humanidad, por quienes vendieron su alma al caos y anhelaban, más que otra cosa, el estado último de la civilización occidental, el colapso de Wall Street, la anulación del internet, un cese en la producción mundial, la última guerra, el Armagedón, un hermano que mata a su hermano, un padre que sacrifica a su hijo, cuarenta días con sus noches en ayuno, un diluvio radiactivo, grietas en el suelo, el hombre luchando contra los mutantes resultantes de la contaminación y la regresión paulatina al estado salvaje de todas las cosas.
Pero todo comenzará en el instante en que la vida sea una serie de insatisfacciones para aquellos que deseamos el desequilibrio, para aquellos que nos consideramos agentes de entropía y que lleven la marca de la Mantícora.
¿Qué tengo que hacer para que mi voz trascienda al ruido de fondo de las transmisiones de televisión, radio y telefonía celular? Volaré las antenas, haré caer a los satélites, marcaré mi piel con el veneno del aguijón.

1 comentario:

Ada Medina. dijo...

MARCARE MI PIEL,QUIERO MARCARLA.
CON EL ULTIMO CUCHILLO VIRGEN DE TRIPAS HUMANAS, RRASGARE MI PIEL CON LA MARCA DE LA BESTIA.¿SOLO UNA PREGUNTA? PUEDES MANDARME POR COREO LA PAGINA DE DONDE SACASTE TODAS ESAS COSAS FEAS,ES QUE DIGO NO APARESE EN NINGUN LINK CONOSIDO O SI NO ME LO MANDAS POR EL CEL YA SABES HAY QUE ESTAR BIEN INFORMADO.

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