viernes, 15 de febrero de 2008

Las flechas y el arco


Una vez más. Alguien se ha equivocado de nuevo. "¡Todo mi corazón! ¡te quiero con todo el corazón! ¡Haz herido mi corazón!" Alguien está confundido. Alguien no sabe que el corazón no puede guardar nada más allá de la sangre. un corazón sin sangre, es un corazón muerto. Un corazón con sentimientos es un corazón imposible. Una persona cuyos pensamientos sean nacidos en el corazón es un adefesio, un mutante, un malformado.
He terminado, ya nada más puedo decir al respecto. Alrededor mío había sonrisas insoportables. Deseo una aljaba con suficientes flechas y un arco lo suficientemente eficiente. Tengo algunas gotas de sangre que derramar, es un trabajo sucio pero alguien tiene que hacerlo.

Corría el siglo XIX. Una contracultura hacía acto de presencia en la escena europea y colonia. El romanticismo. Hubo tantos nombres que figuraron entre esta cultura subterránea, hombres mujeres, proscritos, marineros, poetizas, condesas, desterrados, príncipes, damas de sociedad, hombres refinados, prostitutas, homosexuales, caballeros ingleses. ¿Que podrían haber tenido en común esta clase de personajes? El romanticismo de aquella época era un modus vivendi que se oponía al reinante sistema europeo de clases, así como a los valores tradicionales. Anteponían los sentimientos a la razón. El amor lo podía todo y morir por él era alcanzar un grado de honor máximo. El romanticismo no era meloso, no era cursi. Este se distinguía por las vivencias de desaforados sentimientos que nublaban la razón, por la tragedia continua, donde la victoria no era alcanzada con la frecuencia que se necesitaba. Cuando alguien describía una escena de romántica no era algo con lo cual se podrían sonrojar las mejillas, sino algo que era digno de ocultar ala mirada, por su crudeza, algo que respondía a la tragedia al primer alarido de trompeta del juicio. La luna lloraba, el mar eran lágrimas, un beso significaría la diferencia entre vida o muerte, una amante era también una asesina, los sentimientos importaban más que el hombre o mujer que los sintiera.
Ese es el verdadero romanticismo, eso es lo romántico verdaderamente. Es por ello que tomaré el arco y las flechas y eliminaré algunos obstáculos, algunos peluches, algunos corazones de fibras de celulosa coloreada, algunas personas que se atraviesen...

1 comentario:

Ada Medina. dijo...

NO HABIA TENIDO LA OPORTUNIDAD DE LEERLO. MAGNIFICO Y SUBLIME, SIN DUDA UNA METAFORA MUY ALAGADORA PARA AQUELLOS SOBREVIVIEBNTES DE AQUELLA ANELADA Y APETECIBLE EPOCA.

¡QUE CUPIDO HAGA DE LAS SUYAS, AUN HAY DEMASIADOS CORAZONES HERIDOS Y ASESINADOS QUE NESESITAN UNA MANITA DE GATO O DISPARO DE ARQUERO!

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