domingo, 20 de abril de 2008

Esas madrugadas inexplicables dejan secuelas...




Ayer te vi. No lo esperaba, desperté con la sensación de haber hecho lo correcto, pero haberme quemado las manos al mismo tiempo. Es difícil, sacar corazones del horno sin sufrir quemaduras. Segundo y tercer grado. Mis manos se encuentran enrojecidas aún, el estigma de tus caricias, y esos besos tan difíciles de borrar aún los siento en mis labios. No se si me duelen o me cosquillean, no lo he decidido. Pude recordar, pero no he olvidado nada. Serás cada vez más difícil de borrar.


Te soñé riendo, te soñé como no te he visto nunca. Eras completamente feliz, faltó cerrar los ojos y vagabundear por el reino del sueño MOR para contemplarte ostentando esa felicidad que no eres capaz de mostrar en vigilia. ¿Es que tengo que dormir para verte reír? ¿Acaso tendré que dormirte a ti con cloroformo para que al soñar y te veas riendo y aprendas como hacerlo despierta? Tal ves es muy drástico, pero a mi me suena a que es necesario. Quiero verte reír, como en mi sueño, no te quiero ver llorar. No aún. Será mañana, cuando sepa cómo abrazarte sin salir herido.


Cuando me miras así, siento que mientes. No puedo evitar pensarlo, no es culpa tuya, tu mirada no puede ser más falsa, pero así de falsa, me gusta tanto que te pediría que mientas todo el tiempo. Pero solo con los ojos, que aunque duelen, disfruto de esas falsedades. Y como soy fanático de las incoherencias, termino diciendo algunas como: pronto habrá tormentas en vasos de agua de limón, habrá sinagogas hipotecadas, habrá guerras navales de barquillos de cáscara de nuez contra veleros de papel, y finalmente un niño de ocho años defecará al anticristo que se comió ayer. Pero hoy solo deseo nutrirme de ti.

1 comentario:

La musa enferma dijo...

Me gusta mucho cómo escribes... de hecho a veces siento que yo pude haber escrito algo así... de veradd que lo haces muy bien... yo también quiero seguir leyéndote.

Powered By Blogger