jueves, 3 de abril de 2008

La vida pende de una sábana blánca





¿Y si el amor fuera veneno? Esa podría ser la explicación de porque mueren los amantes, de porque se quitan la vida. ¿Que tanto se puede resistir? ¿Cuantas gotas son necesarias para derramar un vaso? ¿Es una sábana blanca una sentencia de muerte? ¿Y si no abro la puerta, estoy muriendo?
¿Quien soy yo para hablar? Ella había pasado por mucho, ella había sido su víctima, la víctima y su propia victimaria. Ahora ya no importa. Luego de unos minutos sin aire, eso ya no importa.
No se equivoquen, a ella no la conocí, no puedo recordar sus sonrisas ni el timbre de su voz, pero puedo asegurar que la vi más de una vez, insospechadamente. Y ostentaba alegría, sonrisas, y sus ojos no mostraban augurios trágicos. Pero que importa si esos son invisibles.
¿Como pudo suceder…? Un día más, una rutina por seguir, una visita, y su novio la recibe, la habitación se vuelve densa, los gritos y los señalamientos ofensivos caen cual lluvia ácida sobre la chica. Ella lanza algunas flechas al tipo, pero no tantas como las que él ha lanzado. Y son demasiadas. La discusión termina bruscamente y sus heridas son muy profundas. No pueden ser sanadas, su piel está intacta, pero su alma ya no puede ser reparada. El dolor, el dolor. Y las lágrimas, seguro que hubo lágrimas. Ahora su mejor amiga se hace presente, es aquella sábana blanca que tantas veces había visto, sobre la cual se habría acostado innumerables ocasiones y que infinidad de en días la cobijaron. Y ahora la trasladará a un mundo sin dolor.
Con la delicadeza y el cuidado de un maestro artesano la enrolla delicadamente, y el dolor crece de la mano con su desesperación. Está lista, es una obra maestra, es su obra maestra y la obra que más ha amado desde que tiene memoria. La longitud exacta, la anchura precisa, la resistencia necesaria. Y levantándose de su sitio separa la ropa de los ganchos y coloca cuidadosamente la sábana improvisada como horca.
Ella está lista, ella está preparada, las consecuencias han pasado una y otra vez por su mente, pero las consecuencias ya no interesan, todas las historias que pudo haber protagonizado se acaban aquí, sus caminos, sus pasos, sus días, sus noches, el primer beso, el primer amor, las palabras bellas, su mascota, la cerveza de aquella noche, su primera noche con él, su primer orgasmo, las veces que la hizo llorar, las veces que la hizo sangrar…
Aquí terminan los caminos y los días…
Sus pies se encuentran a escasos treinta o cuarenta centímetros del suelo, pero son los centímetros que la separan de una vida que ya no desea. Y así, toda su vida pende del tubo del closet. La vida pende de una sábana blanca. Y el closet es un patíbulo.
La siniestra escena aparece ante los ojos de los dueños de la casa horas después. Es demasiado tarde, siempre lo fue...


Ayer una mujer de 21 años, que estudiaba en el salón contiguo al mío, se quitó la vida en la casa de su novio. Todo lo antes escrito es solo una visión/versión particular de lo ocurrido.

Descanse en paz, Lupita…†
Powered By Blogger